Incendio en el casco del Kentucky Funes: ¿Qué queda en pie y que se perdió?
La del 18 de enero pasado no será una noche más para la ciudad de Funes. Sin dudas será recordada como aquella jornada negra en donde el fuego amagó con sepultar uno de los patrimonios arquitectónicos más importantes de la ciudad.
A casi un mes de aquel fuego voraz, y ya sin humo, hay algunas certezas que fueron decantando por sobre la suma de dudas que atacaron a cada funense (en verdad no solo funenses) aquella noche, mientras se enteraban lo que el fuego estaba haciendo con la construcción histórica del club de campo Kentucky.
La principal pregunta que circulaba era concisa: ¿Se perderá todo? Los que no lo sabían se fueron enterando -durante las horas siguientes- del valor arquitectónico e histórico del club house, de los detalles interiores que lo adornaban y de todo su peso simbólico.
Después de ver esas llamaradas despiadadas que superaban el tamaño del edificio resultó difícil albergar demasiadas esperanzas. La lógica parecía asegurar que no habría chances de sobrevida. Sin embargo, cuando la construcción diseñada por el escocés Charles Rennie Mackintosh dejó de echar humo y se pudo entrar a relevar daños, la sorpresa fue mayúscula.
Es que casi todos los detalles más valiosos diseñados por el arquitecto escocés estaban ubicados en la planta baja, sector que no estuvo alcanzado por el fuego. Recibieron, si, la caída de los techos y los miles de litros de agua que usaron los bomberos, pero milagrosamente quedaron enteros.
Estamos hablando de los maravillosos vitrales (si googlean el nombre del arquitecto más la palabra “vitral” van a ver la similitud con los que aún hoy se mantienen en pie en Escocia), las mayólicas (cerámicos con dibujos y motivos), las boiseries (paneles de madera trabajada que se colocan como revestimiento de paredes), el hogar (no así la chimenea) y -uno de los elementos más característicos- el arranque de la escalera, con su baranda, en donde había dos gatos tallados en madera.
Las que desafortunadamente estaban en el lugar y el momento equivocado fueron las obras de arte que habían quedado en la planta alta luego de finalizada una muestra organizada por el área de cultura del Kentucky con pinturas de Antonio Berni, Raúl Soldi, Libero Badii y Juan B. Castagnino.
Juan Félix Rossetti, administrador del barrio y miembro de la familia que fue propietaria de la estancia, lo dejó bastante claro en una declaración al diario La Capital: “Soy bastante optimista con el reciclado y su nueva puesta en valor porque la parte estructural, que es lo más difícil de reponer, soportó bien y no fue tan afectada. Después, hacer paredes, techo y pisos es cuestión de obra”. Y, en ese sentido, agregó: “Lo que se quemó fue el techo que no era original sino una réplica ya que se había cambiado en 1999 cuando se empezó a construir el complejo habitacional”.
La causa que inició el incendio aún no se conoce, y es probable que nunca se sepa. Los conocedores del tema, sin embargo, cuentan que en este tipo de construcciones añejas suelen quedar cableados muy viejos, con tecnología obsoleta, que al sobrecalentar se prenden fuego. Después, la predominancia de la madera en la construcción hizo que todo se propague con velocidad.
En cuanto a las tareas que ya se comenzaron con vistas a la reconstrucción, la administración del barrio privado le informó a sus propietarios que la ingeniera Yolanda Galazzi es quien se encuentra realizando un estudio del estado de las estructuras, debiendo determinar los sectores a reforzar o demoler (de ser necesario).
En tanto, se designó al Estudio Arq. Sanchez Hermelo y Asoc. para llevar adelante el gerenciamiento técnico de las tareas de reconstrucción. Este mismo estudio fue el que -al momento de iniciarse el barrio- realizó las obras de reconversión del viejo casco de estancia en club house.
La administración también informó que el proyecto en cuestión busca mantener la impronta original del exterior y la planta baja, pero estudiarán la posibilidad de refuncionalizar el segundo piso e incorporar un nuevo salón en el extremo sudoeste, con la finalidad de ampliar el servicio gastronómico.
Por último, informaron que la mencionada boiserie, la baranda con las tallas de gatos y la protección de los hogares de planta baja fueron removidos para su protección. El encargado de realizar dicho trabajo fue el ebanista Gerardo Frei.
Mientras la Administración hace las gestiones ante la compañía aseguradora (La Segunda), se estima que la obra necesaria no durará menos de dos años. “Apostamos a compensar este mal trago en el momento de la inauguración, cuando esté reestructurado, impecable y funcionando”, dijo Rossetti, optimista.
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